Por poderoso y perfecto que sea un microscopio óptico, no permitirá ver objetos menores que la longitud de onda de la luz empleada para iluminarlos. La luz visible tiene longitudes de onda que oscilan entre los 400 y los 700 nanómetros. Esto hace que sea imposible ver, en el sentido literal del término, una molécula, pues las más grandes, por ejemplo, las de proteínas, que están compuestas por miles de átomos, solo miden algunas decenas de nanómetros. Hay, sin embargo, otras maneras de "verlas".
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