Hasta mediados del siglo XIX, no solo no existía en el actual territorio argentino una hora que rigiera en toda su extensión, sino que tampoco había necesidad de establecerla. Con la llegada del ferrocarril y el telégrafo, esa necesidad se empezó a sentir y, luego de discusiones en ámbitos comerciales, políticos y científicos, condujo a que, en 1894, el gobierno nacional estableciera como hora oficial la del meridiano de Córdoba
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