Los estudios de medicina comenzaron tímidamente en Buenos Aires a fines de la época virreinal, hacia 1800, promovidos por médicos formados en Europa. Después de la Revolución de Mayo, esos estudios adquirieron importancia militar, por la necesidad de atender las necesidades sanitarias de los ejércitos revolucionarios. Pero el interés de los estudiantes se veía constreñido por la escasa voluntad de estos de ir a la guerra, lo que los ponía en el dilema de recibirse y ser puestos bajo bandera, o demorar en hacerlo y no poder ejercer la profesión.
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