El PRI que recuperó la presidencia de México en julio de 2012 se parece muy poco al partido corrupto y autoritario que rigió los destinos de México durante ochenta años del siglo XX. La modernización experimentada por el país en los últimos veinte años y su madurez institucional actúan como garantías frente a la involución política. Aunque el país arrastra graves problemas (violencia, corrupción en los estados), Peña Nieto ha comenzado a aplicar un ambicioso programa de reformas que puede servir para culminar los logros de las administraciones Fox y Calderón.
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