Desde los últimos 30 años, se ha venido manteniendo un cambio en el concepto de control. El papel de la contabilidad se ha transformado de un simple recolector de datos históricos a un eficiente medio para el control de gestión. Con tal término, se hace referencia al proceso mediante el cual la dirección de la empresa se preocupa por los recursos adquiridos y su empleo en modo eficaz y eficiente para la realización del objetivo estratégico del proceso de planificación. De este concepto es inmediato constatar que el control de gestión conjuga de hecho, el momento y el aspecto más significativo de la actividad de la empresa. Los objetivos de eficacia y eficiencia perseguidos por el control consisten en evaluar la dimensión organizativa. No existe, a priori, la posibilidad de configurar una estructura organizativa individual como más óptima. El resurgimiento del objetivo prefijado de eficacia y eficiencia permite afirmar que la empresa dispone, en este momento, de una válida estructura organizativa. Para la consecución de estos objetivos se plantea, indispensablemente, la función de planificación. Esta función va a depender de dos factores: voluntad y organización.
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