Los suelos sueltos, francos, que no se encharcan, son los más apropiados para las leguminosas. Aunque se pueda adaptar a otros tipos de suelo, deben evitarse los suelos con mal drenaje, fáciles de encharcar.
El cultivo del guisante en Navarra comenzó a tomar importancia al final de los años 90 cuando la superficie superó las 4.000 ha y así se mantuvo hasta el año 2006. Varias campañas de bajo rendimiento, en unos casos por falta de lluvias y en otros por exceso motivaron la reducción de la superficie de cultivo. La necesidad de cultivos alternativos al cereal hace remontar ligeramente la superficie en las dos últimas campañas
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