Aquel hombre que repartía caramelos en los parques o colegios con oscuras intenciones comienza a ser una especie en peligro de extinción. Ahora, estos individuos operan desde sus casas, a las tantas de la mañana, con un cigarro en la boca y una "webcam" funcionando. Todo lo que él hace lo comparte con otros de su especie, y mientras tanto, la Policía debe rastrear la red en busca de fotografías sospechosas de contener pornografía infantil.
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