La explotación intensiva del subsuelo, antaño considerado sagrado, transforma todo a su paso. En efecto, la efervescencia minera estimula el crecimiento, pero Mongolia ve sus paisajes rasgados, el nomadismo tradicional desaparecer poco a poco y la contaminación extenderse: Ulán Bator, segunda ciudad más contaminada del mundo, se agranda con barrios unas veces compuestos chapuceramente de yurtas y otras de deslumbrantes torres para los nuevos ricos.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados