La invasión estadounidense de Irak tenía claramente como objetivo el control del petróleo, tal y como confirman los documentos recientemente desclasificados, pero se ha saldado con un rotundo fracaso. La guerra ha causado asimismo cientos de miles de muertos y ha desestabilizado el Estado. Detrás de la apariencia de una sorprendente normalidad, persisten en Bagdad las tensiones políticas y confesionales.
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