Les separa un peldaño en la lista y todo un abismo en compromisos y prestigio personal. Bono ya no es el ecologista inocente que quería salvar a los pobres y sus conciertos grandilocuentes repiten estereotipos y no aportan chicha. Springsteen no regatea en calidad, nunca se ha vendido al capital ni ha dejado de ser auténtico. En el tercer puesto, la petarda de Madonna y su séquito de fans robóticos.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados