El mapa conservador de Galicia y el soberanista de Euskadi dejan a los socialistas sin rumbo, oxigenan a la derecha, que se ve justificada en su poda de derechos, y alientan a quienes diseñan un futuro sin la mirada espesa de Madrid, que insiste en intimidar para acabar con la protesta en las calles, a la vez que unos y otros atizan el fuego en Cataluña, próxima parada.
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