La liberalización total de los horarios comerciales trasciende la discusión puramente económica sobre cuál es la solución más eficaz para adentrarse en el terreno de la organización de la sociedad que queremos y la forma de establecer nuestras relaciones humanas. Bajo la aparente nimiedad de una discusión de horarios no solo hay diferentes oportunidades de negocio para quienes tienen mejores condiciones para abrir más horas y días, sino la asunción sin restricciones de la lógica del comercio, que convierte a los ciudadanos en meros consumidores.
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