El sistema público de pensiones vuelve a ser el blanco del poder financiero. Desde distintos sectores políticos y económicos se ha emprendido un nuevo ataque global contra las estructuras del bienestar, reclamando la reforma del sistema público de pensiones en Francia y un recorte más amplio del Estado del Bienestar en Alemania. Se utiliza de forma reiterada el argumento del crecimiento demográfico como la causa del encarecimiento del sistema, pero en realidad sólo es un pretexto para frenar o impedir las mejoras sociales. El poder económico presiona y el poder político carece de la firmeza necesaria para apostar por un modelo de solidaridad y reparto como una base irrenunciable de las democracias.
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