Tras meses de confusión y contradicciones entre los países de África Occidental y la comunidad internacional, es hora de reconocer que la solución a la crisis de Malí y la estabilidad del Sahel no pasa solo por expulsar a los islamistas que han ocupado el norte del país.
Aunque la actualidad se haya visto copada en los últimos meses por el letal impasse de la guerra civil en Siria y la reanudación de los enfrentamientos en el sempiterno conflicto palestino-israelí, la comunidad internacional sigue enormemente preocupada por encontrar una respuesta a la actuación de los grupos armados islamistas que en marzo de 2012 se apropiaron de un inmenso territorio, en gran parte desértico, que equivale a dos tercios de la superficie de Malí. Se espera que en las próximas semanas el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apruebe una nueva resolución para autorizar el despliegue de una fuerza internacional en el país. El 12 de octubre de 2012, una resolución sentaba las bases para un compromiso internacional con vistas a resolver la crisis que sacude este país de África Occidental, con fronteras con otros siete. La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) y la Unión Africana (UA) han adoptado un "concepto de operaciones" que fija el efectivo militar de la futura fuerza en 3.300 soldados. Ambas organizaciones recuerdan que deben seguir los esfuerzos en el plano político para aislar a los grupos armados terroristas de otras formaciones con las que el gobierno de Bamako pueda negociar.
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