Las movilizaciones de Seattle de noviembre de 1999, contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio, fueron la escenificación de la primera gran concentración ciudadana del movimiento antiglobalización al grito de "el mundo no es una mercancía". Desde ese momento, con las sucesivas reuniones en los foros sociales mundiales, el movimiento se ha ido consolidando como un actor destacado en la política global y en la defensa de los bienes públicos comunes, consiguiendo introducir en la agenda política los asuntos relativos a la justicia global: social, económica, política y medioambiental.
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