"La historia de mi vida es sólo asunto mío que prefiero guardar para mí", según hizo saber el escritor B. Traven en 1926. Bajo el nombre de Traven Torsvan adquirió la nacionalidad mejicana en 1930. Para citas de negocios se metió en el rol de su supuesto apoderado Hal Croves que se ocupaba de la explotación y comercialización de su obra. Su juego con identidades ocupó la atención de periodistas, investigadores y de un público incalculable en todo el mundo durante décadas. Se opuso consecuentemente al creciente interés de un número creciente de lectores ávidos de información sobre su trasfondo biográfico.
En este artículo se muestra que el deseo de anonimato, la pretendida falta de vanidad y de ambición de B. Traven no son en realidad gestos de modestia, sino una reacción al convencimiento de que tiene que ratificar el realismo de sus novelas mediante su experiencia personal. Sus jactanciosas declaraciones según las cuales �había cabalgado por la selva, vadeado pantanos y zonas fangosas, nadado en ríos y escalado rocas escarpadas� crean una atmósfera peculiar y caracterizan una imagen de género del escritor de la selva que perdura hasta el día de hoy.
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