La victoria en el campo de batalla en Afganistán e Irak disimuló lo que la ocupación hizo evidente: la efectividad de las fuerzas armadas estadounidenses depende no sólo de las bombas inteligentes sino también de personas inteligentes, bien entrenadas y, sobre todo, motivadas. En este sentido, el sistema de recursos humanos -en especial la dimensión de su Ejército en servicio activo y la cantidad de unidades que se mantienen en la reserva- necesita ser actualizado y adaptado en forma urgente.
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