Estados Unidos ha perpetrado la guerra contra Irak sin calcular suficientemente las consecuencias. La guerra no ha sido limpia, y con independencia del éxito de las operaciones militares y su desenlace tras la caída de Mosul, Tikrit y Bagdad, hay que seguir preparados para la sorpresa de cada día. Ahora se abre un escenario de inestabilidad, en el que las sospechas sobre las tentaciones imperialistas y coloniales de Estados Unidos y sus aliados parecen cada vez más evidentes.
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