En Latinoamérica, la concertación tiende a oscilar, la integración no progresa y la unión está distante. Por esto, una perspectiva minimalista de la recientemente creada Comunidad Sudamericana de Naciones puede resultar más prudente y virtuosa. Básicamente, se debe pensar dicha comunidad como un foro político con un número limitado de prioridades �el conflicto en Colombia, la política medioambiental y el diálogo con Estados Unidos, entre otros. Concretar gradualmente los avances de una propuesta modesta puede ser la vía para arribar a la unidad anhelada en América del Sur.
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