A pesar de la crisis económica, los años treinta del siglo XX fueron una época de grandes sueños utópicos: los deseos colectivos confluyeron con la esperanza en una tecnología emancipadora. En este clima de utopías de masas el automóvil y la carretera tuvieron un protagonismo especial. Este artículo pretende ser una aportación crítica a ese periodo histórico, a sus fundamentos, a sus principales actores, y a sus realizaciones; pero también a su final, marcado por una inversión de sus ideales utópicos iniciales.
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