En España, a principios de 1898 la prensa española gozaba de una credibilidad y un auge indudable. Mientras tanto, en Estados Unidos nacía la �prensa amarilla�, donde los periodistas desinformaban desde un punto de vista crítico y malicioso, aprovechando para inculcar en los ciudadanos la opinión que necesitaban que tuviesen con respecto a la guerra, transformando los hechos o inventándolos. España acogió esta idea, pero después de sacarle todo su jugo, se vino a pique, consiguiendo el descrédito y la pérdida de miles de lectores. A partir de entonces, cuando los ciudadanos se percataron del engaño, los que siguieron leyendo la prensa lo hicieron desde un punto de vista neutro, evitando así el engañ
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