La humanidad camina hacia una urbanización creciente, en la que los poderes económicos globales adquieren más fuerza representativa directa, en detrimento de la capacidad de decisión de los ciudadanos sobre los problemas que les afectan; en definitiva en detrimento de la democracia. Por eso, hay que plantear la recuperación de las ciudades como espacios de libertad, en los que se fomente la participación y se defienda la política y el espacio de lo público.
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