La ética es nuestro único salvavidas, en un mundo complejo en el que las relaciones entre ética y política siempre están en tensión permanente. ¿Se puede convivir o luchar contra el "mal", la injusticia, la crueldad y los comportamientos indignos sin contagiarse? Es difícil, porque el "mal" corrompe siempre, ya que obliga a quien quiere ser "bueno" al heroísmo o al fracaso. Sin embargo, es necesario mantener la defensa del comportamiento ético como el camino imprescindible para dar el paso hacia el orbe de la dignidad humana.
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