Coinciden en nuestro tiempo la impresión generalizada del fin del intelectual clásico y el nacimiento de nuevos foros de opinión menos restrictivos debido a las posibilidades de edición y difusión de Internet. Ante la reacción suspicaz que arremete contra estas nuevas voces, cabe plantear -para dar con una imagen más equilibrada- las posibilidades del intelectual digital para protegerse, con su papel redefinido, de los peligros que han amenazado siempre su autonomía. En esta tarea, para acertar con el perfil del nuevo intelectual, mi propuesta es una relectura de la reflexión de Grombrowicz sobre los modos de la cultura y su exhibición.
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