La revolución que supuso el objetivo de una Europa unida, y los sucesivos impulsos entusiastas que se llevaron a cabo para acceder a la tercera fase de la Unión Europea, han propiciado que se culmine el primer gran acuerdo: la puesta en circulación de la moneda única. Pero esa revolución quedará coja si no se dan los pasos sucesivos necesarios para dotar de contenido político la Unión Económica y Monetaria.
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