Este artículo analiza el paradójico papel de la insubordinación y el carisma en el cambio social democrático.
Por un lado, el caos provocado por la desobediencia masiva han servido para proyectar la �voz de los sin voz� e infl uir en la agenda de las élites políticas deseosas de apaciguar a las masas. A pesar de pasar inadvertidos para la mayoría de los historiadores, dichas �formas de resistencia cotidiana� constituyen una especie de gimnasia anarquista capaz, bajo determinadas circunstancias, de desencadenar una serie de reacciones que trastoquen los pilares del orden social. Históricamente estos actos son mucho mas frecuentes que la acción colectiva declarada, pues entrañan mucho menos riesgos para sus protagonistas. Por otro lado, el carisma tiene, contra lo que suele pensarse, un componente democrático. El líder carismático, al necesitar constantemente la aprobación de sus seguidores, amolda de manera casi sistemática sus discursos y proyectos a las aspiraciones de éstos. En defi nitiva, ambos mecanismos, caos y carisma, tienen el efecto de proyectar los intereses y ambiciones de los grupos subalternos, democratizando así las estructuras sociales.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados