El presente trabajo recuerda las consecuencias de la guerra civil en la entonces floreciente escuela española de filología. Hubo incomprensiones y rupturas, más en el interior que en el destierro, pero el exilio de los profesores más distinguidos no interrumpió del todo la continuidad y el diálogo de unos y otros. Y fuera del país, los historiadores literarios se dedicaron a fecundas interpretaciones y a temáticas que estaban fuertemente marcadas por los acontecimientos que se acababan de vivir
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