El referéndum del pasado 1 de julio sobre la Constitución marroquí ha permitido al rey Mohammed VI generar como mínimo, en el contexto de las revueltas árabes, la ilusión de una democratización. Pero la suerte de Marrakech - ciudad despojada de sus habitantes humildes y transformada por la jet set parisina en el "nuevo Saint Tropez" (lujoso destino turístico en la Costa Azul francesa) ilustra crudamente las desigualdades que corroen a la sociedad.
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