Veinte años después de la trágica desintegración de la República Federal Socialista de Yugoslavia (RFSY), la nostalgia por el antiduo Estado común es más fuerte que nunca en todas las repúblicas herderas. De Eslovenia a Macedonia, el "compañero Tito" sigue siendo objeto de un vedadero culto. ¿Qué representa ese sentimiento donde se mezclan la añoranza de un Estado fuerte, poderoso y respetado en el escenario internacional y los recuerdos idealizados de un socialismo "con rostro humano"?
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