La desigualdad tiene efectos negativos sobre la política. Lleva a la desafección hacia las instituciones políticas y provoca una progresiva desconfianza en el funcionamiento de los sistemas democráticos. La percepción de las desigualdades causa un gran rechazo entre los ciudadanos que demandan a los Gobiernos la puesta en marcha de políticas que las reduzcan. En la medida en que no se atienden estas demandas está creciendo la desafección política. La izquierda es la más perjudicada por este distanciamiento, porque sus votantes rechazan bastante más que los de la derecha la subordinación del poder político al económico y financiero, causa principal del aumento de las desigualdades.
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