El artículo plantea la relación entre arte y realidad desde el punto de vista del análisis de las razones de operatividad de las acciones artísticas que fundamentan su existencia como tales en la negación de su reconocibilidad como objetos distinguidos del resto de las manifestaciones visuales del espacio público. Unas razones que vienen a cuestionar algunos de los criterios de artisticidad dados por la tradición moderna, y que lo hacen, precisamente, para desplegar un tipo de experiencia estética dada por la formatividad que implican en la mirada del paseante en la ciudad (o del televidente), desplazando la tradicional figura del espectador hacia la de un sujeto deconstructor de los códigos de gestión del imaginario colectivo propios de los medios de comunicación de masas. Es este sentido de operación el que aquí se cifra como razón de pragmatización del arte.
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