La enseñanza de la Religión contribuye a la formación integral de los alumnos de una manera significativa. Contribuye también globalmente a la adquisición de las competencias básicas y propicia en los alumnos que voluntariamente la eligen en su currículo el desarrollo de la competencia espiritual. Ahora bien, no consideramos suficiente con considerar esta competencia como una más junto a las ocho especificadas por el Ministerio de Educación en los Reales decretos de enseñanzas mínimas de la LOE. Tiene otro sentido y objetivo.
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