La crisis se manifestó, esencialmente, en el ámbito de las finanzas; por ello no sorprende que los cambios más significativos se produzcan en las regulaciones financieras y monetarias de los países desarrollados así como en las reglas de la arquitectura financiera internacional (AFI). Esto supone un cambio de estructura en la medida que las pautas de política monetaria y el marco regulatorio de los grandes centros financieros y de la AFI son los que rigen los flujos de capital y las relaciones financieras entre países. En este contexto, no debe perderse de vista que la economía global es un sistema; no es posible alterar las reglas de juego en el campo monetario y financiero sin generar la necesidad de adaptaciones en otros ambitos.
Pero los desequilibrios monetarios y el funcionamiento del sistema financieros asociados con la crisis no son los únicos que presionan a favor de un cambio. Hay factores estructurales de peso que también reclaman una adaptación de las reglas de juego global y que vienen operando desde hace bastante tiempo. Asimismo, el esquema de la economía global está mutando y lo seguirá haciendo y los cambios en el régimen de comercio, en la AFI y en el sistema monetario, sin duda, inducirán modificaciones sensibles en las condiciones internacionales. El objetivo de este artículo es aportar elementos para la confección de esa agenda regional a partir de una evaluación de los cambios en el régimen internacional que adopta la perspectiva de América del Sur.
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