La organización de la práctica educativa a partir de proyectar ha abierto unas perspectivas nuevas, transformadoras. Con el proyectar se recupera la importancia del proceso, sin lugar a dudas el gran olvidado de la programación. Pero, ¿qué representa exactamente esta nueva perspectiva que deja más espacio a la incertidumbre? ¿Qué instrumentos, qué criterios hemos de utilizar para proyectar?
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