En la actualidad, la cultura comienza a ser reconsiderada como parte importante del capital social, como agente de paz, como factor esencial del desarrollo integral y como inversión social de consecuencias multiplicadoras. El autor destaca las características únicas que posee la cultura iberoamericana, que surge de una historia de incorporaciones y no de exclusiones, que se presenta como una unidad en la diversidad, y señala las ventajas de alcanzar la integración por la cultura armonizando la racionalidad de un desarrollo sostenible con los valores y pautas culturales características de la vida de un pueblo.
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