Laura Navarro Daudén, Ana Reula Carrillo, Eva María Martínez Olivares, Amparo Martínez Más, Rosa Ortells Corresa, Anna Mireia Martí i Monros, Carme Moreno Aliaga
El acceso vascular (AV) constituye el “talón de Aquiles” del tratamiento con hemodiálisis (HD)1. Disponer de un AV no sólo es condición “sine qua non”, si no que éste debe reunir algunos requisitos para conseguir una diálisis adecuada, tales como suministrar un flujo de sangre suficiente, no plantear problemas de utilización a largo plazo y tener una baja tasa de complicaciones. La fístula arteriovenosa interna (FAVI) es el AV idóneo, siendo preferible la FAVI con vena autóloga al injerto de politetrafluoroetileno (PTFE), por los mejores resultados de aquella a largo plazo. Pero cuando dicho acceso no puede ser realizado, o bien no tiene los resultados esperados, hay que recurrir a la inserción de un catéter venoso central, siendo la mejor opción el uso de catéteres tunelizados. Con el aumento de la prevalencia de pacientes añosos y diabéticos en la población de pacientes en hemodiálisis, actualmente el uso de este tipo de catéteres es mucho más frecuente. Todos tenemos la experiencia de que en ocasiones resulta muy difícil conseguir un acceso vascular adecuado.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados