Pese a que las relaciones entre la política y la cultura no tengan el extremo de mutuo rechazo que ha llegado a tener en los populismos liberales y en los populismos totalitarios, las alternativas suelen ser, en Venezuela, las de la ignorancia, la inhibición y la incoherencia pragmatista. Salvo en el momento de la elaboración de sus programas electorales, los partidos políticos carecen de una política cultural duradera y coherente Todo ello tiene necesariamente que desembocar en una acción desde el poder que tiene las tres características, a menudo encabalgándose.
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