Convencido de que no es una derrota, sino un nuevo "por ahora", Chávez encaja la negativa a la reforma constitucional como una oportunidad para remotivar a sus bases, darle más tiempo a su proyecto político y social y para que la oposición encuentre de nuevo un sitio en el juego democrático. Mientras, la vía legislativa podrá iniciar las reformas sociales más aceptadas.
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