Contra el olvido de los asombrosos eventos ocurridos en Washington a fines de 1986, el presente artículo describe la red de ayuda no oficial norteamericana a la contrarrevolución nicaragüense. Hasta las devastadoras revelaciones del mes de noviembre sobre traspasos ilegales de armas a los contras, el gobierno de Reagan - desafiando la prohibición del Congreso y violando otras leyes del país - estaba arrogantemente resuelto a salirse con la suya respecto de Nicaragua Washington no sólo había retirado los obstáculos para cualquier individuo o grupo que quisiese ayudar a los rebeldes antisandinistas, sino que orquestó y administró estas actividades a través de la CIA y del Consejo Nacional de Seguridad.
Los esfuerzos de ciudadanos particulares pueden dividirse en las siguientes categorías: 1) grupos de presión política o cabildeos y propaganda; 2) recolección de fondos; 3) ayuda no mortífera y 4) armamento y entrenamiento. Empero, la asistencia privada ha sido más importante en lo político que en lo militar. Esta funciona como una señal de estímulo para los contras, un obsequio para la Nueva Derecha nacional y un mensaje para el Congreso y la prensa en el sentido que el pueblo norteamericano respalda los esfuerzos de Reagan para derribar a los sandinistas. Y lo más importante, sirve de cortina de humo para el envío por parte de la CIA de armas y material de guerra hacia los contras y oculta lo más fundamental que es la ayuda financiada por aliados de EEUU.
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