A tres años de su elección, el presidente peruano Alan García ha endurecido fuertemente la represión hacia los movimientos sociales, indígenas, ambientalistas y la izquierda en su conjunto, que se oponen a su política "modernizadora", a legalizar de hecho la impunidad de la Fuerzas Armadas. Una inclinación peligrosa en momentos en que Perú reviste una importancia estratégica para los operativos contra los gobiernos progresistas de la región que amenazan los intereses del establishment local y estadounidense.
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