Desde tiempos remotos, el ser humano busca la herramienta que le permita predecir cuándo se producirá un terremoto. Millones de muertos, ruina y desolación de ciudades, regiones y naciones que ven detenida su evolución socioeconómica son causas que apremian a descubrir la �piedra filosofal� de las catástrofes.
Comportamientos extraños de los animales, cambios en la atmósfera, en el medio geológico y ambiental, presencia de gases, premoniciones, etc., son objeto de estudio con ese fin. También son objeto de investigaciones los cambios en el acuífero y en las características físico-químicas e isotópicas de las aguas, siendo éstos de carácter presísmico, cosísmico y postsísmico. No obstante, son los primeros los que centran la mayoría de esfuerzos académicos.
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