La tensión arterial elevada conduce a una multitud de cambios vasculares en el ojo. El efecto más temprano de la hipertensión ocular consiste en cambios microvasculares de la retina, denominados retinopatía hipertensiva, y que se asocia con indicadores de daño en el órgano diana (por ejemplo, hipertrofia ventricular izquierda, insuficiencia renal) y puede anunciar riesgos futuros de accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca congestiva o mortalidad cardiovascular, por ejemplo.
La hipertensión es también un factor de riesgo importante para el desarrollo y la progresión de la retinopatía diabética y se ha asociado con otras enfermedades oculares, tales como la oclusión arterio-venosa de la retina, el embolismo en arteriolas retinianas, el macroaneurisma retiniano, el glaucoma y la degeneración macular relacionada con la edad. En el manejo de pacientes con hipertensión arterial, los médicos deben ser conscientes la amplia gama de asociaciones existentes entre la presión arterial y el ojo.
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