El Derecho presupuestario francés conoce profundos cambios. Una manifestación de éstos reside en la aparición del principio de sinceridad presupuestaria. Creada por el juez y confirmada por la ley orgánica de 1 de agosto de 2001, esta nueva regla exige en particular que las previsiones incluidas en las leyes de presupuesto no sean mentirosas.
Este artículo propone un balance mediante un análisis de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, encargado de controlar la sinceridad de las leyes presupuestarias. Dicho balance no podrá ser sino negativo.
La sinceridad suscitó grandes esperanzas. Muchos la consideraban como un buen medio para controlar al Gobierno y restaurar el poder financiero del Parlamento. Este sentimiento de esperanza podía justificarse por algunas sentencias del juez constitucional. En aquéllas, el Tribunal mostraba su preocupación por el principio, definiéndolo precisamente y dándole un valor constitucional. Sin embargo, y de manera muy paradójica, el mismo juez ha decidido extremar las precauciones al controlar la sinceridad presupuestaria. Este control débil explica que, hoy, el desengaño ha sustituido a la esperanza
The french budget law is undergoing deep changes. One manifestation of these changes is the emergence of the principle of law sincerity. Created by the Constitutional Council and confirmed by the Organic Law of 1 August 2001, this new rule that the budget estimates are not deceitful.
This article offers an assessment through an analysis of the jurisprudence of the constitutional court in charge of controlling the budget sinceriy. This balance can only be negative.
Sincerity has raised great hopes. Many people considered it a good way to control the government and restore the parliament financial power. This sense of hope could be justified by some decisions of the judge. In these, the court showed its principle, by defining it precisely and by granting it a constitutional value. However, paradoxically, the same judge decided to control the budget honesty taking a lot of precautions. This low control explains that today disillusion has replaced hope
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