Como es sabido, al gobierno de Rafael Caldera le falta poco más de año y medio para concluir, razón suficiente para trazar algunas líneas de reflexión sobre lo hecho -y lo no hecho-, así como sobre probables imágenes de futuro. Caldera inició su periodo constitucional en febrero de 1994, después de una campaña electoral accidentada y con resultados inusuales para el contexto venezolano: cuatro candidatos con una votación muy pareja (tres con algo más del 20 % cada uno y el ganador con el 31%); una protesta masiva expresada en los votos captados por un partido-movimiento hasta entonces relativamente pequeño e insignificante, la Causa R (CR); y una abstención que, sin recurrir a tecnicismos sobre el total de la población votante y la precisión del padrón electoral, no bajó del 40%, según cifras oficiales -cabe señalar que el voto en Venezuela es obligatorio.
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