El curso de la II Guerra Mundial estuvo influenciado considerablemente por falsas premisas y conclusiones. El ataque a la Unión Soviética supuso seguramente las consecuencias más serias. El alto mando germano (Oberkommando der Wehrmacht) creyó que Alemania podría derrotar al imperio subdesarrollado en unos pocos meses y se fijó, en un corto periodo de tiempo, cubrir una línea de frente que iba desde Archangeisk, al norte, hasta Astrachan, en el sur. El error consistió, simplemente, tras tantas victorias alemanas previas, en subestimaran imprudentemente al adversario y su país, con sus condiciones climatológicas especiales (nunca se debió olvidar lo que le sucedió a Napoleón); suponiendo que la resistencia podría ser rota muy rápidamente, Moscú parecía una meta fácil. Otro error fue subestimar la capacidad económica y productiva rusa, y la combatividad y capacidad de resistencia de la población.
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