Tras la dimisión de Carlos Dívar por el escándalo de sus lujosos viajes pagados con dinero público, y el deterioro creciente de la imagen de la justicia en nuestro país, el CGPJ estaba prácticamente "obligado" a dar muestra pública de sensatez y sentido de la responsabilidad, y ponerse de acuerdo para elegir a un nuevo presidente. Especialmente, porque de esa capacidad también dependían sus posibilidades de hacer frente a la reforma legislativa preparada por el ministro del ramo, Alberto Ruiz Gallardón, en la que todos, conservadores y progresistas, se sienten igualmente amenazados en sus intereses. La "sorpresa" saltaba el pasado 17 de julio, cuando Gonzalo Moliner, de Jueces para la Democracia (JpD) conseguía los 12 votos necesarios para hacerse con el puesto
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