Algunas edificaciones barrocas del Centro Histórico tienen empotradas en sus fachadas esculturas prehispánicas que fueron descubiertas de manera fortuita en el siglo XVIII. Su ostensible presencia en la arquitectura novohispana de ese siglo, nos revela el creciente aprecio que los habitantes de la ciudad de México tenían por las expresiones artísticas de la antigua Tenochtitlan.
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