Los fríos datos estadísticos revelan que en nuestro país existen más de cien inmuebles residenciales desocupados por cada persona sin techo. Un dato que contrasta cruelmente con el incremento de desahucios provocado por una crisis económica sin parangón, a la que no se le intuye un próximo final. Además, la caída de los precios, tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, se está ralentizando artificialmente por la resistencia de las entidades financieras a contabilizar estos activos con el actual precio de mercado y, de esta manera, no verse obligados a declarar pérdidas. Las perspectivas indican que el numero de personas en la calle se incrementará, y que el famoso "banco malo" donde reunir estos activos inmobiliarios devaluados podría convertirse en una realidad
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