La pervivencia del romancero tradicional en la isla de La Gomera (Canarias) presenta particularidades sobresalientes si lo comparamos con el resto del mundo hispánico, tanto por la cantidad y calidad de su repertorio como por el grado de vitalidad de la tradición. Esto se debe al hecho de que el romancero sigue cumpliendo allí una función festiva. En La Gomera los romances se cantan y sirven de soporte a un baile romancesco, el más popular en la isla, el "baile del tambor", el último testimonio de una antiquísima costumbre extendida por todo el territorio español, y de la que, fuera de La Gomera, quedan sólo recuerdos y referencias.
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