Menos de un año y medio. Eso es lo que ha durado la andadura de Bankia desde que empezó a operar hasta que ha sido nacionalizada a raíz de que el auditor se negara a firmar unas cuentas anuales de una entidad que de registrar beneficios ha pasado a necesitar la inyección de 19.000 millones de euros. Una trayectoria lastrada por la fusión de las dos entidades españolas, Caja Madrid y Bancaja, más expuestas al "ladrillo", y por una salida a Bolsa en la que han quedado atrapados muchos pequeños inversores. Y mientras, la confusión acerca de cómo se efectuará esa inyección de capital y si será necesario recurrir a fondos europeos para hacerlo, junto a la incertidumbre sobre el futuro de Grecia en el euro, están acercando peligrosamente a España a la zona de rescate.
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